Las viviendas se distribuyen en dos edificios. Uno gira 90º respecto al otro, maximizando así sus respectivas ventilaciones y soleamientos. Entre los dos bloques se genera un pasaje y un patio interior de manzana, desde donde se accede a todas las viviendas.

Los techos de las plantas bajas son bóvedas de cañón de piedra marés y los de las plantas piso son cubiertas inclinadas a dos aguas, de teja árabe y vigas de madera. La construcción queda así claramente estratificada, con un estrato inferior de naturaleza mineral, en contacto con el terreno, y otro superior vegetal, en contacto con el cielo. Cada vivienda tiene tres crujías estructurales: en la primera (contrafuerte de las bóvedas) se sitúan los servicios y circulaciones; en la segunda, la más generosa, las estancias de día; y en la tercera, las de noche.

El proyecto apuesta por el uso de materiales y técnicas tradicionales y la activación de sistemas pasivos de control ambiental, minimizando los puentes térmicos y maximizando la ventilación cruzada y la inercia térmica. Las viviendas resultantes son transpirables, saludables y de muy bajo consumo energético, alcanzando así un amplísimo ciclo de vida y una total integración en la tradición constructiva y la identidad cultural de la isla de Menorca.